No juzguéis...
Parece una cualidad casi innata en el ser humano. ¿Alguien se salva de haber criticado a alguien? Nos podemos escudar (y yo me incluyo) diciendo "es que es verdad". Aunque sea cierto lo que digamos, que no siempre lo es, nadie tiene derecho a juzgar a nadie. ¿Por qué? Primero porque muchas veces no sabemos las circunstancias que motivan a alguien a actuar de una manera que no nos gusta y, segundo porque la medida que usemos, será la que usen con nosotros al final de los tiempos.
Una vez explicado porqué no está bien juzgar, pensemos porqué juzgamos. Reflexionando sobre este tema llegué a los siguientes conclusiones:
- Normalmente cuando juzgamos, decimos cosas poco o nada agradables de nuestros "imputados".
- Cuando nosotros actuamos en algún momento de la misma forma que el objetivo de nuestras críticas, nos apresuramos a poner excusas, a exponer las circuntancias que nos llevaron a actuar mal para que los que nos juzgan nos encuentren menos culpables por los atenuantes que presentamos y a intentar convencer que "no es lo mismo".
- Cuando juzgamos, a menudo nos ponemos como ejemplo de lo que es bueno y justo y aunque no nos pongamos como ejemplo, tratamos de convencer a los demás de que estamos en posesión de la verdad y que todo lo que esté fuera de nuestras convicciones no es cierto.
- Juzgamos porque hasta cierto punto nos alegramos de las "desgracias" ajenas y más si el "desgraciado" no nos cae bien. Hacerlo público y obtener la aprobación de los que nos escuchan nos hace regodearnos.
- ¿Qué se busca? se busca olvidar o aminorar lo que realmente somos, lo que hay en lo profundo de nosotros: personas débiles, inseguras, que buscamos la compañía, la amistad, la aprobación del vecino, que nos cuesta admitir nuestras condición de frágiles y no vemos que a la larga nos irían mejor las cosas si fuésemos más humildes y nos riésemos más de nosotros mismos que de los demás.
No quiero terminar así, no quiero terminar mostrando la parte más oscura del ser humano. Alegrémonos de ser capaces de darnos cuenta de lo que implica juzgar y confiemos y pidamos la Gracia de poder ver a los demás con ojos llenos de ternura, como nos mira Cristo a cada uno de nosotros. Sólo a través del amor, seremos capaces de dejar de juzgar.
Eva Mª Ruiz Monge
EL aula MAGNA
